Siria sin la tiranía de al-Assad: no es oro todo lo que reluce

Ricardo Israel

Por: Ricardo Israel - 09/12/2024


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Sin duda hay mucha alegría, con gente saliendo a las calles a repartir caramelos y dulces. Sin embargo, todo en la vida es más complejo de lo que parece a simple vista, y es probable que existan consecuencias de tipo diverso y que la elección no sea entre bueno y malo, sino como escuché alguna vez, entre viajar a Guatemala o hacerlo a Guatepeor. ¿Es esta la situación de Siria? Como otras revoluciones, las fuerzas que combatieron y triunfaron, ¿permanecerán unidas o se enfrentarán unas a otras?

Al momento de escribir esta columna, la oposición armada ha anunciado la captura de Damasco y que el dictador Bashar al Assad habría huido del país. Ya lo había hecho su familia hace algunos días. Todo ocurrió con enorme velocidad a partir del 27 de noviembre y este final habría tomado solo 11 días para una variedad de fuerzas, donde el líder militar sería el conocido yihadista Abu Mohammed al-Golani (o Al-Jolani), quien se hizo visible a partir de la irrupción de sus fuerzas en Alepo el 29 de noviembre.

Es indudablemente un acontecimiento histórico que pone fin a la guerra civil que se iniciara el año 2011, que generara millones de refugiados hacia El Líbano y Europa, con fuerte presencia de Irán, Hez bolá y Rusia en apoyo de la dictadura de al-Assad. En sus inicios, apareció como una reacción rebelde en el marco de la fracasada “Primavera Árabe” que se iniciara en Túnez y que en Siria apareció encabezada por el Frente al Nusra, cuyos orígenes habían estado tanto en Al Qaeda como en el Estado Islámico.

Lo que estaríamos presenciando, en caso de confirmarse, representa el fin de la dictadura familiar hereditaria del clan alauita o alawita (rama del islam chiita) de los Al-Asad, tanto la del médico Bashar (desde el 17 de julio de 2000) como la de su padre, el general (Fuerza Aérea) Hafez al-Asad en la dictadura por el creada, a partir de su golpe de Estado en 1971.

En el siglo XX, el mundo árabe hizo autoafirmación de lo que era, confrontando al exterior fundamentalmente a través de tres caminos. El primero fue la aceptación del poder externo, estableciendo alianzas con ellos, fueran las potencias coloniales, EE. UU. o Rusia, hoy expresados en las monarquías de los petroestados y en la alianza ruso-china. El segundo camino, todavía vigente, fue el fundamentalismo religioso musulmán, destacándose los Hermanos Musulmanes. Por su parte, el tercero solo sobrevivió en Siria, tratándose del militarismo estatista de los partidos Baaz y que tuvo alguna vez lideres como Gamal Abdel Nasser (en Egipto, República Árabe Unida), Saddam Hussein (Irak) o Muamar el Gadafi (Libia). Hoy, son solo dos, el yihadismo y la gran novedad, una que crece y se hace cada vez más visible, que tal como lo ha demostrado la guerra que ha seguido a la invasión de Hamas el 7 de octubre, es la alianza que se está forjando entre Israel y los estados árabes sunitas, esencialmente contra Irán y su bomba atómica que podría traer consigo la aceptación definitiva del Estado de Israel como lo que es y desea seguir siendo, como un Estado judío.

Sin embargo, para ello falta y mucho, aunque indudablemente el triunfo contundente de Trump acerca la posibilidad.

Mucho va a depender de lo que ocurra en Siria, si no hay contraofensiva de los derrotados, si el país regresa a la Liga Árabe, el tipo de relaciones que los ganadores establecerán con Arabia Saudita, Irán e Israel, la actitud de las fuerzas extranjeras presentes en el país, quien gana al interior de un frente tan variado como el de los ganadores, si desea o no inmiscuirse EE. UU. , o mejor dicho si puede darse el lujo de no inmiscuirse, si Occidente le va a fallar una vez más a los Kurdos, el pueblo del medio oriente más numeroso sin un Estado, pueblo no árabe de más de 30 millones, repartidos en varios países.

La frase que mejor explica lo que podría estar ocurriendo es que tanto el camino al cielo como al infierno estarían pavimentado con buenas intenciones. Dedico esta columna a explicarme.

En ningún caso hablamos de un nuevo medio oriente, ya que en muchos sentidos es el mismo de siempre, ese al que al occidente buenista le cuesta tanto entender, aquel donde la legitimación por la violencia sigue teniendo gran incidencia. Es también evidencia del mundo que espera a Trump como el nuevo Sheriff y que es bastante más complicado e inestable del que existía el 2016 o el 2020, esencialmente legado de la administración Biden. Así está pasando con Siria, ya que cuando Trump creía tener claridad de lo que iría a hacer como también de lo que no estaba dispuesto a acometer, es precisamente cuando la región se manifiesta con una vieja y permanente dialéctica de continuidad y cambio, donde la realidad puede cambiar de un día a otro, pero esencialmente nada cambia. Es decir, a la vez nuevo y a la vez viejo medio oriente, no son exactamente los mismos actores, pero todos actúan en forma muy parecida, adaptándose con rapidez al libreto novedoso, esperando que el nuevo sheriff también lo haga, como si se quisiera someterlo a prueba, incluyendo puntería y rapidez para desenfundar el Colt 45. En esta región, el respeto también pasa por esto.

Parafraseando a Churchill, si no es el principio del fin, ¿será por lo menos el fin del principio? ¿A qué se aspira? ¿A reponer la región pre-7-X o retomar con los palestinos lo que estos rechazaron a Trump después del éxito de los Pactos de Abraham? La pregunta es para la nueva administración Trump, ya que, aunque no asume hasta el 20 de enero, en la práctica se actúa como si ya habitara la Casa Blanca, con un Biden que ya perdió protagonismo.

Indicación de lo que está pasando, es la pregunta de si será verdad que antes de su caída, al-Asad habría enviado un emisario a Israel pidiendo apoyo en hora tan difícil para su régimen a cambio de alejarse de Irán. Aunque tenga el formato del más fantasioso de los bulos, esta fake news también tributa a una verdad histórica, la de la velocidad con la que se cambia de alianza a la vez que siempre hay una rápida adaptación al poder militar aumentado o disminuido de los actores externos, en este caso Israel e Irán, principal ganador y perdedor de Gaza y El Líbano.

También reapareció un antiguo protagonista, en la persona de Recep Tayyip Erdogan de Turquía o Turkiye, como se pide que se le llame ahora al país, quien todo indica que ha estado detrás de la impresionantemente efectiva incursión yihadista. Mi temor es que Erdogan quiera recuperar presencia, intentando repetir lo que Turquía hizo en 1974 al invadir Chipre como respuesta a un golpe de estado pro-griego, para establecer en 3.555 kms. la “República Turca de Chipre del Norte”. Para Erdogan lo que haga hoy en Siria es parte de una paciente estrategia de recreación del poder que tuvo en la región el imperio Otomano, superando a su viejo adversario persa (hoy Irán), eliminando toda posibilidad de una presencia kurda como poder autónomo en Siria (y si se le permite, también en el vecino Irak).

¿Volverá a utilizar a los refugiados sirios como arma contra la muy débil Europa, como lo hiciera el 2015 contra la Sra. Angela Merkel, entonces Alemania, el poder dominante? EE. UU. deberá contar con esta posibilidad, como también Putin hará la posible por no ser ignorado, manteniendo su protagonismo, dada la importancia de la base que en Siria posee, y ello, con independencia de cómo evolucione la guerra en Ucrania.

Incluso para Turquía la fluidez de lo que tiene lugar en Siria, conlleva una duda, la de cuanto será escuchado Erdogan por los yihadistas, ahora que han ganado. Por lo demás, los próximos pasos clarificarán que tipo de yihadistas son los que ahora estan en Damasco, toda vez que es notorio el esfuerzo que han hecho para cambiar una imagen que aterrorizaba a cristianos, kurdos y grupos similares. Pero, alguien que camina como pato, parece pato y es de color amarillo, ¿puede dejar de ser lo que siempre ha sido, solo por motivaciones de imagen pública?

Las dudas también alcanzan a EE. UU. toda vez que detrás del colapso de Assad está el éxito militar israelí en El Líbano y contra Irán, ya que impidió que funcionara lo que en el pasado dio resultados para el régimen sirio en la guerra civil, cual lo fue el uso de las milicias de Hez bolá que han sido arrasadas por Israel, sin embargo, está presente la duda de si sobrevivirá el acuerdo en El Líbano, toda vez que más que ser un acuerdo entre Israel y Hez bolá, es uno donde por un lado, por 60 días, lo hay entre Hez bolá y El Líbano con EE. UU. y Francia por un lado, mientras que por el otro, hay uno de Israel con EE. UU. donde además de dejar tranquilo a Biden (los 60 días llevan directamente a la asunción de Trump), reservándose Israel -vía carta adicional- el derecho a intervenir militarmente si reaparece el escenario de agresión continua por parte de Hez bolá, esta vez sin hacer diferencia entre los terroristas y el ejército del Líbano. Por su parte, para poder participar, el gobierno ya casi sin poder real en lo interno de Macron tuvo que pasar por la humillación de asegurar que contrario a lo previamente dicho, si Netanyahu viajaba a Paris, el gobierno francés no lo detendría ni cumpliría con la orden de la Corte Penal Internacional, para la cual jueces y fiscales carecían de jurisdicción.

Las dudas no se detienen allí, ya que no hay constancia que a Turquía le convenga tener la fuente de inestabilidad permanente que significaría para el gobierno de Erdogan tener como vecino en Siria a una fuerza yihadista que, por su parte, también le crearía problemas a Israel, más allá de la satisfacción de no tener más a Assad, pero con la potencialidad de repetir lo que le ha pasado con Hamas. ¿Podría reproducirse esa experiencia en esta frontera?

Para el propio Israel las preguntas son pertinentes, ya que aunque no se ha nombrado la comisión investigadora de lo que ocurrió con la invasión del 7 de octubre y por lo tanto, Netanyahu no ha sido obligado a renunciar (y si hubieran elecciones, hoy probablemente las gana), todo indica que Israel ha regresado a una concepción estratégica más realista en torno a lo que se puede esperar de la región donde les ha tocado vivir y que ya han superado el sesgo de “occidentalización” que estuvo detrás del terrible fracaso del 7-X, donde dirigentes políticos, y sobre todo, los responsables del ejército y de las fuerzas de seguridad pensaron, por razones equivocadas, que Hamas no era el peligro que efectivamente representaba, ya que hubo penetración de una visión occidentalizada que en vez de estar preparados para todo evento, falsamente pensaron que Hamas no estaba planificando la invasión que efectuó. Es decir, confundieron lo que desearían que fuera con la realidad.

¿Y Europa?

Como tal, no aparece en ninguna parte, no al menos, como actor decisivo o relevante, lo que seguramente va a ser ratificado, cuando se inicien las negociaciones directas entre EE. UU. y Rusia por Ucrania. Quizás lo que ocurra en Siria le va a demostrar a Trump que intentar retomar el análisis del medio oriente a partir del gran éxito de los Pactos de Abraham y la futura firma del Acuerdo de Paz entre Israel y Arabia Saudita e intentar por esa vía el establecimiento de los dos Estados, uno al lado del otro, no refleja adecuadamente la realidad actual, por lo mucho que ha cambiado después de la guerra en Gaza y El Líbano como también el probable ataque a Irán, una vez que los ayatolas estén a punto de tener su bomba atómica.

¿Qué pasará con aquellos que han apoyado a los al-Assad? Siria sigue siendo una situación compleja, y nada lo demuestra mejor que la preferencia declarada de los cristianos por la dictadura familiar, dado el temor justificado hacia los islamistas y su yihad, cristianos originales que con su iglesia han sido parte del paisaje, al menos 5 a 6 siglos antes de la aparición del islam.

Este desenlace militar fue precedido desde hace algunos meses, por la oferta de Arabia Saudita al clan alauita de una salida, el ofrecimiento de un exilio tranquilo, en la medida que se alejara definitivamente del hoy débil Irán, garantizado por el retorno a la Liga Árabe. La oferta saudita reconocía la realidad básica del medio oriente hoy, que los ayatolas han sido el gran perdedor de la guerra que iniciaron el 7 de octubre, probablemente para evitar la firma del acuerdo saudita con Israel.

Al parecer la oferta saudita no fue respondida por el régimen de al-Assad y el silencio a lo que estaba pasando, da una idea de cuan mal se informa de la realidad del medio oriente por parte de la gran prensa internacional.

La caída del régimen sirio es un cambio de enorme magnitud que afecta a muchos países y actores, con ganadores y perdedores, aunque la niebla de la guerra impida todavía identificar con exactitud a la mayoría, sobre todo, porque algunos como Israel no tienen claro el camino que deben tomar.

Ojalá traiga paz, ya que de otra manera podría afectar incluso la planificación de la administración Trump, ya que en campaña muchas veces dijo que su objetivo era poner fin a las guerras y que bajo su mandato no se iniciarían nuevas que repercutieran en EE. UU.

Y ojo, sobre todo, que podría haber una confrontación cercana, ante el colapso de la estrategia de Irán de usar otros países como proxis para que Irán pueda atacar a Israel. Ya no funciona como tal, y no sabemos si los yihadistas triunfantes van a brindar algún tipo de cobertura para que Irán y sus proxis sigan atacando a Israel. Presumimos que no va a continuar lo que ha ocurrido en suelo sirio durante demasiados años, es decir, un juego iraní que consistía en usar una tapadera para la búsqueda de la bomba nuclear por parte de los ayatolas, toda vez que la estrategia de los proxis se debía a que Irán necesitaba tener a Israel ocupado de ataques surtidos mientras un Teherán más débil en lo militar, buscaba la bomba. En otras palabras, lo que acaba de pasar en Siria, podría estar acercando en vez de alejando el momento del enfrentamiento directo entre Irán e Israel en torno al programa nuclear. Ojo, ya que con toda seguridad Israel no tendrá la relación difícil que tuvo y ha tenido en relación con Irán en EE. UU. ya que ahora Washington debiera aportar los explosivos y el transporte que Israel necesita para atacar desde el aire sitios de lanzamiento, que están muchos metros bajo tierra.

Mientras tanto, una breve descripción de algunos de los actores involucrados en lo que ha tenido lugar en Siria, da una idea de la complejidad del escenario bélico y político.

Partamos, por los triunfantes yihadistas. Se trata de HTS o Hayat Tahrir al-Sham, grupo que tiene impecables origines fundamentalistas, primero en una división de Al Qaeda el 2016, como también de Isis en subdivisiones sucesivas, ya que son grupos que sobre todo en el medio oriente y en África han encontrado en el sistema de franquicias una forma de seguir vigentes. Ahora, reaparecen con el nombre de HTS, proporcionándonos además una idea de lo que puede ocurrir con Hamas en Gaza, es decir, que pueden perder relevancia, pero no desaparecer del todo.

Paralelamente hubo otra ofensiva, encabezada por la Siria National Army, que funciona también como organización paraguas, pero en este caso su objetivo son las fuerzas kurdas.

Alrededor de HTS, hay una verdadera internacional operando, siendo de especial interés, la llamada Brigada Turquestana, con efectivos provenientes principalmente de Asia Central (por ejemplo, uzbekos y Tadjikos) como también uigures chinos, es decir, musulmanes que llegaron la década pasada a participar en esta Yihad, y que han enfrentado más de una vez a los rusos. Es necesario tener presente el origen de estas fuerzas para entender por qué China y Rusia ven en ellas un elemento más de seguridad nacional que religioso o de derechos humanos.

La duda que se instalará luego, es si veremos con rapidez una interpretación a la talibana de la sharía por encima de la ley común, con la potencialidad para desparramarse con posterioridad hacia Europa. Creer que no va a pasar, es continuar en la desoladora ingenuidad que ha caracterizado a occidente durante tanto tiempo, incluyendo grandes ciudades y campus universitarios.

¿Ha existido adecuada preparación para un escenario de este tipo, de desvío de la yihad siria hacia occidente? La verdad es que no, aunque la pregunta es realmente para EE. UU. toda vez que claramente Europa, salvo excepciones, no lo ha hecho, y más bien ha retrocedido su voluntad de lucha en un proceso que lleva muchas décadas, al menos desde la manera que atacaron judicialmente a alguien que siempre lo tuvo claro, cómo fue Oriana Fallaci.

Además, HTS, como antes su predecesora Jalbat al Nusra, acarrean consigo un largo historial negativo en el trato hacia minorías étnicas y religiosas, y habiendo sido tan cruel la dictadura de al-Asad, no sería raro que la población alauita y chiita puede ser objeto de tratos revanchistas y violentos. De partida, existen antiguas matanzas masivas todavía no esclarecidas oficialmente, como la muerte de centenares de militantes de los Hermanos Musulmanes en la ciudad de Homs en febrero de 1982, cometidos por el dictador Hafez Al Assad.

De tener lugar, incluso es probable que exista una concentración territorial en la revancha con fuerte acento en las zonas costeras, donde por lo demás, tiene sus bases navales Rusia (Tartús), de extrema importancia, ya que no es solo el Mediterráneo, sino que es la única presencia rusa en aguas calientes, por lo que puede ser usada todo el año.

Represión, que, de producirse, no solo crearía problemas de conciencia a Occidente, sino también habría un problema con los grupos de apoyo a la dictadura como políticos, empresarios, policías, periodistas, etc, que probablemente buscarían emigrar a países vecinos sunitas como Jordania o Irak, más que ir a otros.

Sobre todo, a mi juicio algo de enorme relevancia seria lo que ocurra con los kurdos, a quien Occidente tiene el deber de proteger, ya que las promesas de un Estado propio y de autodeterminación nacional les han sido prometidas continuamente, a partir de la primera guerra mundial, promesa que incluso consta en tratados como el de Versalles, firmado por más de 50 países.

¿Y EE. UU?

Mas allá de lo que representa Trump, al 20 de enero como potencia militar, EE. UU. presenta limitaciones y retrocesos, ejemplo de lo cual es su falta de voluntad para detener la agresión de los hutíes al comercio internacional en el Mar Rojo, además que han perdido capacidad de disuasión al mismo tiempo que han perdido la capacidad de convocar a otros como lo hicieran en las dos guerras del golfo, como tampoco militarmente podrían intervenir en el escenario sirio como lo ha hecho en varios lugares Israel. ¿Atacaría con todo EE. UU. si el Estado Islámico que fuera derrotado, en las nuevas condiciones se reagrupa con rapidez? Además, que, en el escenario más amplio, para Moscú la caída de al-Assad no es tan importante como conservar la base militar aérea de Tartús.

Para Israel, en el mundo que vivimos no todo es malo o necesariamente bueno, siendo lo más probable que observe la misma distancia critica que tuvo durante la guerra civil, es decir, fundamentalmente su objetivo era evitar que el territorio sirio fuera utilizado para introducir armas a ser usadas por enemigos de Israel, como Hez bolá o Hamas. En todo caso, Siria en manos de los yihadistas significa que la influencia de Irán, sin al-Assad necesariamente disminuye, al reducirse la capacidad de nutrir de armas a enemigos, lo que se agrega al control que hoy tiene de aeropuertos y carreteras de El Líbano, es decir, Israel se reserva el derecho de atacar para que Hez bola no vuelva a ser el peligro que Israel ya derrotó. Sin embargo, por el otro lado, por lo mismo, Irán va a arremeter con todo en la búsqueda de la bomba atómica.

En otras palabras, de dulce y de agraz.

Para El Líbano, con la caída de al-Assad desaparece el control directo de Siria, como también a través de Hez bolá. Mas aun, quizás por vez primera desde la guerra civil y la bomba siria que mato a Bashir Pierre Gemayel el 14 de septiembre de 1982, habría una nueva oportunidad para la paz, quizás semejante a una que se frustró. Gemayel fue un abogado, político y comandante paramilitar cristiano, que fue electo presidente, pero no alcanzó a asumir, y que estuvo disponible para un acuerdo con Israel, que su asesinato impidió.

Al final, una duda y una certidumbre. La duda es si el Pentágono será capaz de superar análisis que no han tenido éxito y podrá entender adecuadamente las nuevas realidades del medio oriente, mientras que desconozco como van a arreglarse, tanto las Naciones Unidas, como la gran prensa internacional, organizaciones de derechos humanos y las universidades de elite para ponerse de acuerdo en culpar a Israel, si es que algo sale mal en Siria.

-@israelzipper

-Máster y PhD. en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), Excandidato presidencial (Chile, 2013)


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