Rusia en guerra con Occidente

Luis Gonzales Posada

Por: Luis Gonzales Posada - 23/12/2024


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Putin es un psicópata con poder nuclear, como demuestra haber retado a "un duelo de alta tecnología entre el misil Oréshnik y los sistemas de defensa antiaérea de Estados Unidos”, precisando que el escenario de esa aberrante competencia sería Kiev, capital de Ucrania, que alberga una población de 3 millones de habitantes.

Esta demencial propuesta la hizo luego del asesinato del general Igor Kirillov, jefe de las tropas que emplean armas radiológicas, químicas y biológicas, atentado que demuestra que los servicios de inteligencia ucranianos pueden acceder fácilmente a territorio ruso, porque el crimen ocurrió a 7 km al sureste del Kremlin.

Una semana antes fue muerto a tiros en las afueras de Moscú Mijaíl Shatski, diseñador de los misiles de cruceros Kh-59 y Kh-69. Los medios de prensa recuerdan que en "septiembre asesinaron a Alexéi kolomeitsev, coronel que formaba a especialistas en el uso de drones de ataque" y un mes antes un coche bomba mató "al comandante de la 41 brigada de barcos de misiles de la Flota del Mar Negro, Valeri Trankovski, en la ciudad de Sebastopol, anexionada ilegalmente junto al resto de la península de Crimea el 2014", responsable del lanzamiento de misiles contra objetivos civiles.

En ese contexto, son relevantes las denuncias de la comunidad europea sobre el uso de armas prohibidas contra Ucrania, que provocan irritación de los pulmones, ojos y piel, además de vómitos, náuseas y diarreas, cuando no la muerte.

Ante ello, el Reino Unido, a través del ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, advirtió que no se quedarán "de brazos cruzados mientras el presidente Putin y su estado mafioso pisotean el derecho internacional", incluyendo la Convención de Armas Químicas de 1993, suscrita por 195 países, una posición principista que comparte Estados Unidos y las democracias occidentales.

Esta pesadilla comenzó el 2014 con la anexión de Crimea y se intensificó a partir de febrero del 2022; es decir, hace 2 años y 10 meses. No hay datos ciertos sobre el número de fallecidos, pero diversos analistas coinciden que han muerto unos 600 mil soldados rusos, pérdidas que han llevado al Kremlin a contratar mercenarios norcoreanos.

Es, además, una guerra altamente costosa. Rusia ha gastado 35 mil millones de euros; Ucrania ha recibido 42 mil millones de euros en ayuda militar de la OTAN y 450 millones de dólares de Norteamérica y, según el Banco Mundial, la destrucción de la infraestructura ucraniana se estima en 40 mil millones de dólares.

Nada indica que el conflicto llegará a su término con la llegada de Trump a la Casa Blanca, porque Putin ha sostenido que sólo habrá paz si Ucrania acepta perder parte de su país.

La historia demuestra que a un sátrapa se le doblega con las armas, no en la mesa de negociaciones, porque éstos no están dispuestos a concertar y flexibilizar posiciones.

Y en este contexto, una vez más las Naciones Unidas se proyecta como una organización absolutamente inoperante para hacer respetar su carta fundacional, a tal punto que las reiteradas invocaciones de paz del secretario general, embajador Antonio Guterres, han caído en saco desfondado.

Mas aún, por ese ruleteo entre las cinco potencias con capacidad de veto en las Naciones Unidas, Rusia ahora preside el Consejo de Seguridad del mas alto organismo mundial, status que garantiza al sátrapa continuar matando y destruyendo para expandir su imperio.

Lo único que queda, en consecuencia, es que los países occidentales envíen tropas a proteger Ucrania y suspendan sus relaciones diplomáticas, comerciales y financieras con el Kremlin. Será un alto costo, sí, pero no existe otra manera de impedir la expansión rusa, que ahora pone su mira en Finlandia y en las repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, anexadas por Stalin hasta que recobraron su independencia en 1991.


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