Netanyahu en Washington

Ricardo Israel

Por: Ricardo Israel - 09/02/2025


Compartir:     Share in whatsapp

Aterrizó el lunes y prolongó su visita hasta el sábado. Fue el primer líder extranjero recibido oficialmente por el presidente Trump y también el primer viaje al exterior de Netanyahu, después que los fiscales pidieran orden de detención en su contra, y tal como se esperaba, antes se concretó la orden ejecutiva de la Casa Blanca que castiga a todos quienes desde la Corte Penal Internacional actúen torcidamente en contra de aliados y/o funcionarios estadounidenses.

Benjamín Netanyahu viajó con al menos tres temas en su mente, 1) apoyo para continuar hasta la victoria total contra Hamas, 2) un acuerdo para erradicar el peligro de una bomba atómica iraní, y 3) que se avance en un tratado con Arabia Saudita, además, de, por cierto, seguir posponiendo lo que un día va a ser inevitable, su renuncia vinculada a un futuro juicio que lleva años tratando de evitar.

Imagino que los temas mencionados fueron conversados en la cumbre entre ambos, sin embargo, todo tema quedó en el olvido apenas el presidente Trump mencionó su plan para Gaza en la conferencia de prensa, tema que la trayectoria y estilo de Trump asegura que va a seguir vivo. De hecho, inmediatamente después, se le quitó visibilidad a lo que hizo ruido, como por ejemplo, asegurando la portavoz que no habrían tropas estadounidenses, además, que con toda seguridad, se usará la ayuda que presta Washington para que se acepte alguna cantidad menor de refugiados, pero nunca en los números que se necesitan, considerando que las reuniones organizadas para efectos de dar refugio a la población de Gaza, ninguna tuvo éxito, ni la de la Liga Árabe, ni la de los países musulmanes ( 53 acudieron). En ambas reinó la hipocresía habitual de “apoyar” a los palestinos, pero ningún país quiso recibirlos como refugiados, feo pero real.

La propuesta de Trump se aleja de todo lo que alguna vez se pensó que podía ser la solución de este conflicto, partiendo por la idea original de la ONU, en el sentido que tal como señala la resolución aprobada en 1947, según la cual se crearían dos Estados, uno judío y otro árabe, de tal forma que hasta 1967, Gaza fue parte de Egipto (que al acordar en 1978 la devolución del Sinaí con Israel rechazó que se agregara Gaza) y la Cisjordania (Judea y Samaria en términos históricos) como parte de Jordania, que al ocupar Jerusalén Este acabó hasta hoy con la obligación de internacionalizar Jerusalén. Por la época, no se dice Estado palestino (todos quienes allí vivían lo eran bajo los imperios), lo que vino después y sigue siendo la base de toda solución.

En todo caso, apenas terminó la conferencia de prensa, las reacciones fueron inmediatas y mayoritariamente de condena y de rechazo donde más importaba, no en Europa o la ONU, sino en el mundo árabe sunita, que en general ha tenido una actitud de comprensión con Israel y EE. UU. en este conflicto. No solo entre los palestinos, sino que el rechazo fue inmediato en Arabia Saudita, que oficialmente señaló lo que ha dicho antes, a pesar de que de hecho existe con Israel una relación cercana, aunque no oficial, en temas de seguridad y en todo lo que tiene que ver con el adversario común, Irán. Lo que dijo el príncipe regente a través de un portavoz fue, que para un cambio oficial de posición se necesitaba que se avanzara en el Estado palestino.

¿Porque Trump dijo lo que dijo? En general, Trump, dice todo lo que tiene en mente en las conferencias de prensa, es pensamiento hablado. Ha hecho bien en enfrentar los temas del medio oriente en forma novedosa, de ahí el éxito de los Acuerdos de Abraham en su primer gobierno, que hoy se reconoce, a pesar de que fueron recibidos con una andanada de críticas,

Hace bien en proponer ideas frescas, en lo que se traduce del inglés como “pensar fuera de la caja” y en señalar la larga lista de fracasos, ya que solo en EE. UU. no hay presidente que no haya tenido algún plan de paz desde la guerra de los 6 días, a lo que hay que agregar algunas de secretarios de Estado, como por ejemplo Henry Kissinger después de la guerra de Yom Kippur en 1973. Al respecto, Einstein calificaba de “locura” repetir ideas fracasadas y esperar resultados distintos.

Sin embargo, en este caso todo opera en contra, partiendo por el hecho que la propuesta de mover millón y medio o dos millones de personas va en contra de una de las ideas centrales de su MAGA, Make America Great Again, de “Paz a través de fuerza”, en el sentido de sacar a EE. UU. de conflictos bélicos en vez de iniciar nuevos, y durante la exitosa campaña electoral exhibió con orgullo el hecho que en su primer mandato eso se cumplió. Y evidentemente, “hacerse cargo” de Gaza, despertaría inmediatamente una coalición de fuerzas en su contra, encabezada por Hamas y por Irán, involucrando a Washington en forma tan directa que más bien lo encadenaría por un tiempo muy prolongado. Si EE. UU. fracasó en Irak de tal modo que el antiguo enemigo de Irán hoy es más bien un protectorado, y si necesitó 20 años para salir derrotado de Afganistán, ¿qué hace pensar que en Gaza podría tener éxito, en un lugar donde todos han fracasado?

Incluso hoy, la prensa internacional ignora deliberadamente que el origen inmediato de lo que ocurre es la decisión de Hamas de invadir Israel el 7 de octubre de 2023, cuando había un cese del fuego de un conflicto anterior, a lo que hay que agregar el uso deliberado de la población civil de Gaza como escudo humano, practica que constituye violación de los Convenios de Ginebra, el marco legal para las guerras en el mundo, ya que el respeto a los derechos humanos es una obligación para todos nosotros. Cuando pienso que motivó la propuesta de Trump se me ocurre solo una cosa, la población civil de Gaza, esos dos millones a quienes Hamas asegura destrucción, no solo por la reacción israelí, ya que en el tipo de batalla urbana que eligió, explosivos fueron puestos en todos los edificios para esperar la respuesta militar. Por lo demás, ese escenario catastrófico les asegura también una supervivencia, ya que ahora como en ocasiones anteriores, el costo es tal para la población civil, que la opinión pública mundial y el propio EE. UU. no le permite a Israel, derrotar del todo al yihadismo, tal como lo hiciera, y aún peor, Rusia con los chechenos o EE. UU. con ISIS.

Considerando aquello, sin esos centenares de miles de la población civil siempre en peligro, HAMAS no puede desarrollar un ataque como el del 7 de octubre, sin esperar que aparezca un cese del fuego hasta que alguien triunfe. Hasta el momento Netanyahu no ha podido cumplir dos de sus tres objetivos, ya que Hamas ha demostrado que, aunque fue derrotado militarmente, sobrevivió como fuerza ocupante y gobernante de Gaza, y estos acuerdos de intercambio de rehenes por presos palestinos así lo ratifican, garantizándole una sobrevida, desde el momento que así quedó escrito para la segunda etapa, cuyas negociaciones debieran iniciarse apenas regrese Netanyahu.

En la conferencia de prensa, en la transmisión sin cortes que hizo CSPAN, se puede observar lo mucho que habló Trump de Gaza y lo poco que lo hizo sobre el enclave Netanyahu, en comparación a lo que habitualmente hace.

Sin embargo, la sonrisa de satisfacción habló por él, ya que todo lo que va a rodear la propuesta lo va a ayudar a otro de sus objetivos, que es permanecer en el poder todo el tiempo que pueda, ya que todavía lo espera tanto una decisión de la Corte Suprema para un juicio varias veces postergado, que señale si es culpable o inocente de las acusaciones de violación de la ley electoral. Mas aun, es relevante lo que decía Yoav Gallant, el ex ministro de Defensa, antes de ser despedido por Netanyahu en noviembre 2024, aduciendo una “crisis de confianza”, quien era de opinión que Israel declarara que los objetivos militares ya se habían cumplido en Gaza.

Sin embargo, dar ese paso para Netanyahu significa que Israel debe presentar una propuesta de la cual ha carecido, en el sentido que viene después, siguiendo la constante de buen desempeño militar, pero fracaso político y de imagen. En lo personal, yo creo que eso debe dar paso no solo a la reconstrucción, sino idealmente a una fuerte presencia de los países árabes sunitas, incluyendo a Arabia Saudita, ya que la Autoridad Palestina es impotente para confrontar a Hamas que ya la expulsó del gobierno de Gaza el 2007, a través de un golpe de Estado, y ahora le ha penetrado la Cisjordania.

Pasar de lo militar a una etapa de un nuevo gobierno para Gaza, debiera ir acompañada de algo postergado, cual lo es la formación de una comisión de alto nivel para investigar lo que pasó el 7 de octubre, que al igual que la de la guerra de Yom Kippur debiera estar presidida por algún ministro/a de la Corte Suprema, aunque en esta oportunidad no solo debieran ser cuestionados los mandos políticos, sino todos aquellos que tan mal actuaron ese día, incluyendo Fuerzas Armadas (ya renunció el jefe de Estado Mayor del ejército) y las fuerzas de seguridad e inteligencia. Como es lógico, todo lo relatado se haría con un Netanyahu renunciado, por lo que paralelamente se debiera esperar una resolución en el postergado enjuiciamiento de Netanyahu.

En una democracia como Israel, sin duda, una vez que se conozca el informe de la mencionada Comisión, lo que se debiera esperar es la convocatoria a elecciones, que, según encuestas, hoy podría ganarlas Netanyahu.

Pero nada o poco puede operar con normalidad, si Hamas y, sobre todo, si Irán, el titiritero que está detrás de todo lo que pasa en el medio oriente siguen conservando fuerza. De partida, Irán creó el frente de la resistencia que se abrió contra Israel y que consultaba no solo Hamas, sino también la Yihad islámica, Hez bolá en El Líbano, los Hutíes en el Yemen, milicias chiitas en Siria e Irak, y los dos enfrentamientos armados que tuvieron Israel e Irán, frentes bélicos surtidos que transforma a este desempeño israelí en el segundo más exitoso y difícil, después de la guerra de independencia. De partida, hoy hay evidencia suficiente, incluyendo declaraciones de lideres políticos de Hamas como el ejecutado Ismail Haniya, que el respaldo a la invasión de Israel provino de la decisión de Teherán de impedir que se concretara lo que entonces parecía inminente, una ceremonia en la Casa Blanca donde se firmara la paz entre Arabia Saudita e Israel, idea aún vigente, pero postergada.

Por ello, por un tema de prioridades, pareció tan sorprendente lo que se propuso para Gaza, ya que nada de esa idea parece hoy posible, mientras Irán siga adelante con su proyecto de bomba atómica y Hamas siga vivo, aunque no sea una fuerza capaz de desatar una invasión de Israel, si lo es para gobernar Gaza y mantenerse como alternativa terrorista, es decir, haría imposible que todo proyecto de EE. UU. pueda ser ejecutado en paz.

Por lo mismo, me parece muy difícil de creer que previo a esa conferencia de prensa, en la Cumbre formal que tuvieron Netanyahu y Trump, durante 40 minutos esos temas no hubieran sido tocados, además que los trascendidos apuntan a que efectivamente se habló lo que interesaba a Netanyahu, es decir, Irán, y, por cierto, también Hamas.

Por su parte, Trump también sorprendió con opiniones muy contenidas sobre Irán, que lo distancian de una salida militar inmediata, en el sentido que más que destruir el programa atómico, dijo que deseaba que Irán lo acabe en forma voluntaria, para concentrarse solo en el uso pacífico de la energía nuclear, algo difícil de aceptar del todo por parte de un régimen que busca frenéticamente la bomba nuclear, en la medida que sería la salida a su muy mala situación actual, tanto económica como militar. Es decir, Irán ha sufrido un retroceso estratégico, debilidad tal que los propios ayatolas se están abriendo a la posibilidad de revisiones internacionales, que en el pasado las más fuertes eran rechazadas, aceptando solo algunas superficiales, pero no las estrictas que un programa de enriquecimiento militar supondrían.

Fue obscurecido por la conferencia de prensa, pero es difícil que no se hubiera discutido, ya que además ni la Autoridad Palestina y aun menos algún país árabe va a poner dinero o soldados para la reconstrucción de Gaza, quizás con la excepción de Qatar.

La verdad es que antes de su victoria electoral, el candidato Trump habló de cuan conveniente era la ubicación geográfica de Gaza, con playa en el mar mediterráneo. Yo recuerdo haberlo escuchado en un par de entrevistas televisivas, mencionando estas ventajas, pero supuse que lo hacía como el desarrollador que fue de grandes proyectos inmobiliarios, y nunca se me ocurrió pensar en algo semejante a esta propuesta, que no ha muerto, sino que seguramente está siendo revisada para que tenga menos rechazo, agregándole la utilización del sustancial aporte económico de EE. UU. a varios países de la región, por lo que no debiera sorprender que surjan invitaciones a refugiados de Gaza, pero jamás en los números necesarios.

Lo malo es que al menos retóricamente no parece sintonizada con lo que hoy debiera ser de la mayor importancia, cual lo es avanzar con una propuesta que parezca aceptable a los países árabes sunitas, pensando en Irán, país que hoy presenta la mayor debilidad que se le conoce desde aquellos ya lejanos días, cuando en la década del 80 fue invadida por el Irak de Saddam Hussein, incluyéndose ahora la Siria de Al Assad, donde su derrota fue la más grande.

Hoy, sobre todo, el exitoso desempeño militar de Israel lo tiene en una posición de alta debilidad, impidiendo una contraofensiva. Irán fue derrotado en los dos enfrentamientos que sostuvo con Israel, ya que su ataque con cientos de misiles no causó ningún daño, y, al contrario, las respuestas israelíes lo dejaron sin defensa aérea alguna, con aviones que fueron y volvieron sin ser interceptados, e incluso fue inutilizada la defensa que tenían con dispositivos avanzados rusos en los lugares donde se supone que están desarrollando la bomba atómica. Aún más, desde entonces, Trump aprobó el envío de armas negadas por Biden, como aviones y bombas necesarias para atacar sitios que deben estar quizás a gran profundidad en las montañas.

A mi juicio, esta sería la oportunidad, la primera en muchos años, para que confluyan tres fuerzas para presentarle un ultimátum a los ayatolas, en el sentido de acabar en forma verificable con el programa de armas y que Teherán se concentre solo en los usos pacíficos. Debiera ser una presentación conjunta de aquellos hacia quienes hoy se dirigirían esas armas: es decir, EE. UU. como potencia todavía hegemónica, Israel y los países árabes sunitas, que se sienten tan amenazados como Israel, y que no tienen como defenderse de esta bomba.

Mas aun, hay un precedente reciente en el que la participación de EE. UU. fue protagónica. Así fue que, en la década de los 90s, junto con la desaparición de la URSS, EE. UU. buscó evitar la proliferación nuclear y acabar con la posesión o los proyectos de diversos países. Y tuvo éxito, mucho éxito con países, que, por diferentes razones, aceptaron lo que Washington les propuso.

Así fue como Sudáfrica aceptó terminar un programa iniciado por los gobiernos del Apartheid, corriendo EE. UU. con los gastos. Argentina y otros países con programas menores sufrieron también presiones. Donde mayor fue el éxito fue con Ucrania y Bielorrusia, ya que la desaparición de la ex URSS dejó a Rusia con casi todas las armas como potencia sucesora, pero también cantidades menores en territorio ucraniano y bielorruso. De hecho, Kiev recuerda este hecho, argumentando con razón que no hubiera habido invasión rusa si hubiese dispuesto de esas armas.

Algo similar dicen los israelíes de que la invasión de EE. UU. a Irak no hubiese sido posible en los 90s, si no hubiesen destruido el programa nuclear de Saddam en 1981, a pesar de las condenas recibidas de diversas naciones, sobre todo, europeas. En Bielorrusia, después de una reforma constitucional, cortesía de Putin recientemente han vuelto a ser depositadas en su territorio.

Volviendo a la oportunidad que hoy se presenta, este ultimátum de estas tres fuerzas podría despejar positivamente el panorama del medio oriente, y por fin, sin el Irán agresivo que se ha conocido desde 1979, quizás por fin, se le podría dar una oportunidad a la paz en la región, que permita la creación de los dos estados, uno al lado del otro, y no uno en vez del otro, como lo han deseado Irán y Hamas, y quizás, idealmente en esta oportunidad no va a existir rechazo ni de la Autoridad Palestina ni de la Liga Árabe, como desafortunadamente ha pasado desde 1947 y en varias oportunidades posteriores, incluyendo Camp David, tal como lo ha recordado Clinton. Y quizás, también esta vez, la oportunidad podría tocar la puerta de los iranies.

Pero tal como están las cosas, con Irán buscando su bomba atómica, y con Hamas todavía en Gaza, la paz que pedía John Lennon no tiene posibilidad alguna, y como sustituto, reflejando el sufrimiento mutuo de ambos pueblos surgen estos intercambios de rehenes por presos, a pesar del deplorable estado con el que aparecieron este sábado y las tristes noticias que recibieron al enterarse de sus familiares asesinados por los terroristas.

Máster y DR (PhD) en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013) //

@israelzipper


«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».