Mil días de terror

Luis Gonzales Posada

Por: Luis Gonzales Posada - 29/11/2024


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Putin ha festejado mil días de la invasión a Ucrania anunciando la producción en serie del misil hipersónico Oreshnik, de gran potencia y precisión, con una velocidad de tres kilómetros por segundo y alcance de 5,500 kilómetros.

La celebración ha incluido atacar con 188 drones varias ciudades ucranianas, dejándolas sin electricidad y amenazar con el torpedo nuclear Poseidón, que crea tsunamis radioactivos que pueden arrasar pueblos enteros.

Estos tres años de conflicto han sido un largo tiempo de muerte y destrucción, con miles de fallecidos.

Asimismo, se estima en 3.5 millones de ucranianos desplazados en su país, 6.5 millones de refugiados en distintas partes del mundo y 14.6 millones que necesitan ayuda humanitaria urgente, según ACNUR.

La destrucción de su infraestructura supera 486 mil millones de euros, cifra que equivale a 2.8 veces del PBI de ese país(Noticias ONU 15/2/2024); y, aunque no existen datos precisos sobre gastos en armas y movilización de tropas, se estima que solo Rusia ha invertido USD 800 mil millones.

Una inversión que incluye contratar 10 mil soldados norcoreanos y centenares de mercenarios yemeníes para suplir a 720 mil rusos muertos en el conflicto, según cifras del diario The Wall Street Journal.

En ese contexto recordemos que a pocas semanas de la invasión los medios de prensa proyectaron patéticas imágenes de 420 cadáveres encontrados en Bucha, tirados en las calles, en sus casas o en zanjas, donde fueron lanzados cuerpos con las manos atadas a la espalda y señales de haber sido torturados.

Otros 18 asesinados se ubicaron en un sótano, con las orejas cortadas y los dientes arrancados. Bucha, pequeña ciudad de 37 mil habitantes, ubicada a 28 kilómetros de la capital, fue ocupada dos meses por tropas de la 64 Brigada de Fusileros Motorizada, comandada por el coronel Azatbek Omurbekov, quien, por ese acto criminal, fue distinguido como "Héroe de la Federación Rusa”.

Los reportes de guerra agregan que centenares de viviendas, hospitales y colegios fueron bombardeados y que han desaparecido dos mil ocho niños y 551 fueron ultimados, cifras que debe haberse incrementado significativamente.

Esos deplorables hechos se conectan con el secuestro de 20 mil menores trasladados a Rusia. El gobierno de Kiev afirma que "les quitan la nacionalidad; cambian sus nombres y apellidos; luego son adoptados o ingresados en centros de acogida, y les impiden regresar a su patria".

Ante ello, la Corte Penal Internacional ordenó el arresto de Putin y de María Lvova-Belova, comisionada para los Derechos del Niño, medida simbólica, sin ningún efecto práctico, porque los rusos no reconocen la jurisdicción de la Corte y porque Putin solo se desplaza hacia países aliados.

A pesar de estos actos criminales, China, Irán y Corea del Norte se han constituido en soportes diplomáticos del régimen genocida; y, en nuestro hemisferio, Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia, cuyo presidente, Luis Arce, estuvo en Moscú para suscribir convenios para la explotación de yacimientos de litio y desarrollar la energía nuclear.

Seamos claros: Rusia no está dispuesta a suscribir un acuerdo de paz con Ucrania, salvo que ese país acepte entregar parte de su territorio y a no integrar la OTAN. A Putin le importa poco o nada violar los principios rectores de la ONU, convertidos en papeles mojados en tinta y no ha respondido a reiteradas exhortaciones del secretario general, embajador António Guterres, para que retire sus tropas de Ucrania.

La historia nos enseña que a un tirano solo se le derrota en el campo de batalla, como ocurrió con Hitler. En 1938, en la ciudad de Múnich, el lider nazi se reunió con el primer ministro inglés, Arthur Neville Chamberlain, el mandatario francés Édouard Daladier y el dictador italiano Benito Mussolini con el propósito de solucionar el problema de los sudetes, una región checoslovaca con mayoría de población germana. En la conferencia acordaron ceder a Alemania esa región a cambio de que Hitler se comprometa a no invadir el resto del país.

Al retornar a Londres un entusiasta e ingenuo Chamberlein descendió de la aeronave agitando un papel con el acuerdo y diciendo "hemos logrado la la paz". Churchill, político visionario, replicó con el famoso comentario: "el que se humilla para evitar la guerra, tendrá humillación y tendrá también la guerra".

Así ocurrió efectivamente porque en los siguientes meses los nazis invadieron toda Checoslovaquia, asesinando a miles de ciudadanos y confinando a la población judía en los ghettos, donde murieron atrozmente millares de seres humanos. Así comenzó la II Guerra Mundial que registró 50 millones de muertos y una devastadora destrucción material.

En resumen, solo con las armas se doblegará a Putin, con un alto costo en vidas humanas y pérdidas materiales, sí, pero serán menores que mantener el statu quo, ahora más complicado con la amenaza soviética de utilizar bombas nucleares en territorio invadido y contra las naciones europeas que apoyan a Ucrania.


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