Genocidio: Putin bombardea hospital de niños

Luis Gonzales Posada

Por: Luis Gonzales Posada - 14/07/2024


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El mundo se ha ha conmocionado al conocer el lanzamiento de 43 misiles rusos Kh-102 contra un hospital pediátrico en Kiev, Ucrania, que ha provocado la muerte de un número indeterminado de niños y 190 heridos.

Las criaturas fallecieron calcinadas, despedazas o ahogadas por el humo; muchos sufrieron quemaduras de diverso grado, y siempre recordarán el aterrador sonido de los proyectiles o el estruendo de las explosiones.

Las Naciones Unidas y la mayoría de países - entre ellos el Perú – levantaron su indignada voz de protesta ante este acto de barbarie cometido por Vladimir Putin, versión rediviva de Adolfo Hitler.

En ese contexto, recordemos que la guerra contra Ucrania tiene dos años y cinco meses, lapso en que han muerto, por ambos bandos, unos 300 mil soldados y civiles, aunque no hay manera de conocer una cifra precisa.

Asimismo, la destrucción de la infraestructura ucraniana ha sido estimada por las Naciones Unidas en 486 mil millones de euros, cifra que equivale a unas 2.8 veces del PBI de ese país (Noticias ONU 15/02/2024)

No es, sin embargo, la primera vez en que Putin se ensaña con los niños.

Un dramático informe publicado por el diario español El País narra que cerca de 20 mil menores fueron deportados a Rusia desde el inicio de la invasión, en febrero del 2002, así como sobre otros ataques que involucran a menores y que calzan en la calificación legal de genocidio.

Ese mismo 2022 la televisión proyectó, en efecto, imágenes de 420 cadáveres encontrados en el pueblo de Bucha, tirados en las calles, en casas o zanjas, donde fueron lanzados los cuerpos de mujeres, ancianos y niños con las manos atadas a la espalda y señales de haber sido torturados.

Otros 18 muertos se descubrieron en el sótano de una vivienda, con las orejas cortadas y los dientes arrancados, según reveló la prensa internacional

Bucha, pequeña ciudad de 37 mil habitantes, ubicada a 28 kilómetros de la capital, fue ocupada durante un mes por las tropas rusas de la 64 Brigada de Fusileros Motorizada, comandada por el teniente coronel Azatbek Omurbekev, quien, por ese acto criminal, fue distinguido con el título honorífico de “Héroe de la Federación Rusa”, siguiendo el mismo protocolo de condecoraciones que otorgaba Hitler a asesinos al servicio del III Raich, como Himmler, Goering y Goebbles.

Mas aún, el conflicto bélico ha causado la desaparición de dos mil ocho niños, la muerte de 551, cerca de 1,400 heridos y 15 casos de violaciones sexuales, cifras que deben haberse incrementado significativamente en los últimos meses.

Por esas consideraciones, la Corte Penal Internacional ordenó el arresto de Vladimir Putin y de Maria Lvova-Belova, comisionada del Kremlin para los Derechos del Niño; una medida simbólica, sin ningún efecto práctico, porque los rusos no reconocen la jurisdicción de la Corte y Putin no se desplaza hacia zonas donde pueda ser detenido.

De otro lado, el portal digital abierto de Kiev informó que el embajador de Ucrania en los Países Bajos, Olexsandr

Karasevych, declaró ante la Comisión Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP, en sus siglas en inglés) que "las autoridades rusas les quitan la nacionalidad a los niños. Cambian sus nombres y apellidos. Luego son adoptados o ingresados en centros de acogida, y les impiden regresar a su patria".

Por esos actos de barbarie, Rusia perdió el asiento que ocupaba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pero, contradictoriamente, a las pocas semanas resultó elegida presidente del Consejo de Seguridad de ese organismo, incongruencia que desprestigia al mayor organismo mundial.

Si bien la repulsa a la política genocida soviética es casi universal, China, Irán y Corea del Norte se han constituido en poderosos aliados diplomáticos del Kremlin; y, en nuestro hemisferio, Venezuela, Nicaragua, Cuba y ahora Bolivia, cuyo presidente, Luis Arce, estuvo de visita en Moscú, donde suscribió convenios para la explotación de yacimientos de litio y el desarrollo de la energía nuclear.

Negocios son negocios, es la consigna anética de los gobiernos del socialismo del siglo XXI, mientras que occidente se compacta y manifiesta su política exterior a través de la concesión de créditos y provisión de armas a Ucrania, y potenciando a la OTAN que hoy integran 32 Estados.


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