Por: Hernán Maldonado - 30/12/2024
Columnista invitado.Andrés Manuel López Obrador, encabezó el peor gobierno de México en las últimas décadas, nombró a dedo a Claudia Sheimbaun como su sucesora y contra todos los pronósticos se adjudicó una rotunda victoria en las elecciones mexicanas de este 2024.
La fórmula fue puesta de moda por Juan Domingo Perón en los años 50 cuando, junto con Evita, su mujer, se erigió en el portaestandarte de sus “descamisados”. 75 años después las masas peronistas desde su hambre y sus harapos, todavía alaban a la heredera Cristina Kirchner, sin importarles que está condenada por ladrona y corrupta, pero que no va a la cárcel por su edad.
El militarote Hugo Chávez Frías hizo lo mismo en Venezuela prometiendo a los “pata-en-el-suelo” el oro y el moro, culpando a los ricos de la pobreza de estos y, cuándo no, al imperialismo norteamericano.
El próspero país petrolero, en los años 80 la tercera potencia mundial productora de crudo, fue convertido en un Estado mendigo. 8 millones de venezolanos han emigrado, pero los que quedaron gritaban en las calles: ¡Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo! (Voy hasta el final).
En Bolivia el falso indígena Evo Morales (no habla ninguno de los idiomas nativos) fue impuesto por Chávez, bajo la consigna del “hombre nuevo, la reserva moral de la humanidad…”
Lo que los bolivianos comprobaron es que tuvieron por presidente a un iletrado y aberrado sexual (es investigado por estupro, por pervertir menores), favorecedor de los cultivadores de coca, de la que se extrae la cocaína, aparte de gigantescos casos de corrupción al dilapidarse alrededor de 60.000 millones de dólares en sus 14 años de gobierno.
Hace 65 años con la cantaleta de luchar por los pobres, Fidel Castro tomó La Habana para convertir a Cuba en “la Suiza de América Latina”. 2 millones de cubanos han escapado de “la isla de la felicidad” (Chávez dixit) y los que se quedaron viven en la más espantosa miseria sin alimentos, gas doméstico, electricidad, medicinas, etc.
El general Ali Lameda, que fue alto funcionario de Chávez, reveló que éste le confeso que había que “mantener pobres a los pobres, porque estos son los que nos votan…”
Eso mismo dijo López Obrador, repartiendo al voleo la escasa riqueza mexicana entre los desposeídos, de escasa instrucción, pero agradecidos en el alma con las migajas que el régimen les tiraba, para que miraran para otro lado las marramucias de los barones de la droga, que convirtieron a México en un emporio de la cocaína y el fentanillo.
Tan cinico fue el gobernante que no tuvo empacho en decir que los ricos son los que sufren de secuestros. Los pobres no sufren ese flagelo. O sea que en su óptica política el ser pobre tenía esa gran “ventaja”.
Una encuesta patrocinada por el empresario Marcelo Claure develó hace pocas semanas que un 18% del electorado boliviano votaría por Evo Morales. Es increíble la cifra, pero no hay que olvidar que sus huestes acuñaron para él la frase: “El presidente de los pobres”.
¿Hay esperanzas para revertir esta tendencia absolutamente absurda?
Quizás es posible. Lo vimos el 28 de julio en Venezuela. Barrios enteros de Caracas, baluarte del chavismo por años, por albergar a los “Juan Bimba”, votaron en contra de Nicolás Maduro, dándole un rotundo triunfo al opositor Edmundo González Urrutia.
Se ganó por un margen abrumador de más de 4 millones de votos.
“Ganamos y cobramos”, promete categórica la líder María Corina Machado.
Amanecerá y veremos… el 10 de enero.
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