El desafío de la comunidad judía es que en EE. UU. la judeofobia no quede impune este 2025

Ricardo Israel

Por: Ricardo Israel - 06/01/2025


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Debiera ser en todo lugar, pero no es realista pedirlo en todo el mundo, pero si en EE. UU, ya que, si no es allí, ¿en dónde entonces? No hay duda de que lo del año pasado fue inesperado, y aun mas lo fue que se enseñoreara en algunas de las mejores universidades, muchas veces con la complicidad de autoridades. Por su parte, que fuera estimulado por profesores fue tan sorprendente como descubrir que había tanto adoctrinamiento como enseñanza.

Fue doblemente inesperado, el hecho que ocurriera en EE. UU. y que en las calles hubiera pasividad de autoridades locales, estaduales y federales. No era cualquier país, sino aquel que parecía especial para los judíos y que tiene la mayor población fuera de Israel. Por cierto, que el vaso medio lleno muestra muchas manifestaciones de comprensión y cariño, pero valía la pena preocuparse, ya que en la milenaria historia judía también habían ocurrido tragedias cuando los judíos se sentían seguros, como lo fue España en 1492 y Alemania, antes del Holocausto.

No fueron solo los medios de comunicación tradicionales ni las redes sociales como tampoco la pasividad del FBI o del Department of Justice, ya que es también la propia comunidad la que debe preguntarse si estaba preparada para el nivel de judeofobia que apareció el 2024 como también si pudo haber reaccionado mejor, aunque, por cierto, las victimas jamás deben ser culpadas por las acciones de quienes los odian. Sin embargo, como ilustración no debió haber ocurrido que, ante su temor por el regreso a clases, algún dirigente dijera que los estudiantes hicieran lo posible por pasar desapercibidos, cuando en realidad se les debió decir que la comunidad los iba a preparar para que se sintieran lo suficientemente seguros como para confrontar con argumentos a los manifestantes, y si había actos agresivos, era la comunidad la que iba a respaldarlos, judicializando esas situaciones.

Pienso que lo que corresponde hacer es que a esa mayoría de jóvenes que sienten como propia a la comunidad y a Israel, se les debe preparar para que vayan a toda asamblea para contrariar a quienes los odian simplemente por ser lo que son.

A pesar de lo que ocurrió el año pasado, EE. UU. sigue siendo para los judíos un país especial, y para ello, puedo compartirles mi propio caso, ya que pertenezco a esos judíos orgullosos de serlo, que a partir del 8 de octubre del 2023 decidieron manifestarlo públicamente, usando kipá para todas las actividades diarias. Solo he tenido buenas experiencias, destacando el cariño de quienes se acercan para saludar y dar buenos deseos, en lugares tan públicos como supermercados.

En el fondo, lo que deseo y pido es que el antisemitismo no salga gratis. Lo veo como la tarea pendiente de la comunidad judía de Estados Unidos, heredera de una magnifica tradición. ¿Qué echo de menos?: al menos en mi opinión, una reacción más decidida de la comunidad, sus dirigentes y algunas de sus instituciones cuya misión era precisamente combatir la fobia más antigua del mundo, y utilizo a propósito, tanto antisemitismo como judeofobia, aunque prefiero esta última, por ser más precisa.

Antes, he dicho que esperaba una reacción más decidida a nivel colectivo, ya que EE. UU. es el estándar mundial para los judíos fuera de Israel, y estoy convencido que lo sigue siendo. Sin embargo, lo que ocurrió fue inesperado por tratarse de América del Norte (incluyendo Canadá), ya que se suman las violentas agresiones que tuvieron lugar al azar, a veces simplemente por la forma como se vestían las víctimas. Por lo anterior, siempre me ha dado la impresión de que existió un shock de tal entidad, que aún hoy, después de un año, todavía no se asimila en toda su magnitud.

Siempre me pareció que ni la comunidad ni sus lideres estaban preparados para el nivel de judeofobia que surgió (¿quién lo estaba?, yo no) pero el problema sería si todavía predominara la sorpresa y el dolor ante una realidad, donde también hubo desilusión con amistades de tantos años que aparecieron aplaudiendo lo que estaba ocurriendo, y en muchos otros casos, permanecieron en silencio.

Por ello, creo que la tarea es que en este 2025 la comunidad se mire al espejo, y le guste o no lo que se ve, que se organice de tal manera para que no exista impunidad, es decir, que no exista tolerancia con las manifestaciones de odio, sean en el lugar que sean, como también de presión ante la inacción de autoridades federales y locales, incluyendo a instituciones de inteligencia y policiales, partiendo por el FBI.

En otras palabras, hacer más de lo que se ha hecho, precisamente por tratarse de EE. UU., en nombre de sus libertades, y honrando instituciones que no solo lo hacen posible, sino, sobre todo, en su aspecto legal, estimulan a que se actúe. A lo que se debe agregar una característica que debiera ser visible para todos, que tiene un sello colectivo, que es la comunidad quien, a través de sus dirigentes e instituciones nacionales la que actúa como tal, y en forma coordinada. Es también una forma de honrar a generaciones precedentes que lograron un lugar especial, de respeto para los judíos, superando actitudes aún peores que las que hoy han aparecido. De ahí, la importancia de ese sello colectivo, partiendo por la judicialización que lleve a tribunales a activistas de la judeofobia, algo más que gestiones de personas individuales que por importantes o bien intencionadas que sean, no superan a que la comunidad como tal sea la que aparece a través de sus dirigentes y en nombre de todos los judíos estadounidenses.

Si algo enseña la historia es que difícilmente alguien va a hacer por los judíos lo que ellos no están dispuestos a hacer por sí mismos. Y por ello, la petición es que se reaccione de acuerdo con el nivel de la amenaza, la cual no ha desaparecido, por lo que hay que estar preparados para que empeore antes de mejorar. Hoy, estoy convencido que parte de la solución es fijarse una meta, no el imposible de un mundo sin antisemitismo, sino realizable, que no exista impunidad y que, por ejemplo, se use el camino de los tribunales para quienes han cometido actos de odio o los han permitido/tolerado, y ese es el sentido del título de esta columna.

La “globalización de la intifada” que siguió a la invasión de Israel del 7 de octubre, rompió en EE. UU. y del todo, con un esquema donde los judíos se sentían cómodos. Esa realidad ya cambió dramáticamente y la pregunta es cómo se ha adaptado la comunidad y sus dirigentes, y si las instituciones de vinculación con el medio siguen siendo eficientes para una doble misión, la de ser a la vez canal y dique, canal para todo aquel que quiera contribuir y dique para mantener a raya a las manifestaciones de odio y a quienes cometen o permiten esos actos.

Concretamente, ¿en qué estoy pensando? De partida, no solo en tribunales nacionales, sino también el camino poco abordado de los internacionales, por ejemplo, los de derechos humanos. Además de actuar como comunidad, avanzar siempre para que rindan cuentas los odiadores, por mucho que se tapen el rostro, además de saberse quienes han estado detrás cuando se trate de instituciones. Y si de plataformas se trata, se agregan quienes se han destacado difundiendo odio y mentiras a través de las redes sociales.

Es decir, que se sepa esta información cuando quienes han quedado hoy impunes, estén buscando empleo o aspirando a una posición de poder, en definitiva, el tema moral y ético que los actos siempre deben tener consecuencias. Y si hablamos de los tribunales es porque en EE. UU. existe una legislación que a la vez lo permite y lo estimula, además que un juicio es siempre la mejor posibilidad que se sepa todo, incluyendo conexiones y financiamiento. Donde, además, mentir, tiene consecuencias duraderas.

Los tribunales tienen la ventaja adicional que son una gran caja de resonancia para que se conozcan los nombres de quienes se han profesionalizado en estas actitudes, siendo otra, que la divulgación de las sentencias puede servir de estímulo y protección para comunidades con menos recursos, trayectoria o experiencia en otros países.

Creo que quienes han cometido actos de odio deben ser al menos avergonzados como también quienes han pasado relativamente desapercibidos a pesar de haber estado detrás de ellos, como también me gustaría ver a la comunidad exigiendo no solo la aplicación de la ley, sino también promocionando los buenos ejemplos de quienes han cumplido con su deber, como es el caso del Estado de Florida, donde ha sido posible notar que sus autoridades, tanto republicanas como demócratas, han cumplido con el tema de la protección policial oportuna, como también en sus universidades simplemente no ha tenido lugar el tipo de acciones amenazantes que aparecieron en otros lugares.

Mucho me gustaría ver una mayor presión publica sobre el FBI e instituciones de inteligencia para que respondan o se expliquen, ya que lo que ha tenido lugar en las calles de ciudades como Nueva York y en las aulas universitarias es sin duda alguna un tema de seguridad nacional, para evitar, que se esté gestando una generación de yihadistas como pasó en Europa. Es también un tema de politica interna, demostrado por el hecho que lo que hemos presenciado en Europa, Canadá, América Latina o EE. UU. simplemente no se ha notado en las universidades de países árabes sunitas.

Es posible que todo lo que se indica ha sido intentado, pero el problema es que, si se ha hecho, no se notan resultados halagüeños, por lo que es necesario interrogarse si la comunidad ha obtenido el resultado esperado o si se necesita adaptar las instituciones a esta nueva realidad, donde además hay muchos recursos extranjeros para comprar voluntades, distinguiéndose, por ejemplo, Qatar en esta tarea. Ello hace necesario mirarse al espejo, y revisar el funcionamiento de las instituciones que tiene la comunidad a su interior, para saber si es imprescindible la adaptación a la nueva realidad donde la judeofobia ha adquirido desafortunadamente una especie de normalidad. La adaptación es necesaria por lo que sabemos desde Darwin, que mejor sobreviven, no los más fuertes o inteligentes, sino quienes han sido capaces de mejor adaptarse a los cambios, sobre todo, los bruscos.

Pienso que se dispone de un buen ejemplo a imitar en el caso de la comunidad afroamericana, que, superando situaciones muy difíciles, hoy responde con mucha fuerza, con unidad y en forma automática a quienes los agreden, mostrando lo que se debe hacer. Es así como hay disuasión cuando quienes han actuado con odio son llevados a los tribunales y a veces ni siquiera es necesario, toda vez que hay una inmediata reacción publica que afecta la trayectoria profesional y con consecuencias de todo tipo, partiendo por el empleo. De hecho, en mas de una oportunidad le he escuchado a sus dirigentes o comunicadores decir algo que no he escuchado a nadie más, que, a pesar del racismo, a ellos no les hubiera pasado en forma grupal lo que ocurrió con estudiantes judíos o con agresiones en la calle. Y tienen razón, por lo que corresponde extraer las enseñanzas del caso.

Un camino de este tipo también requiere buscar alianzas, a todo nivel, siempre sumando voluntades, incluso sin complejos, aprovechar periodo de elecciones. Y si se pide afuera, con mayor razón se deber mirar dentro de la comunidad, y con el mismo objetivo, es decir, que quienes se dicen o se definen como judíos en politica, también asuman su identidad confrontando a quienes hacen de la judeofobia una marca distintiva, y que no se repita el caso del “squad”, que fue muy débilmente confrontado, y que en pocos años se transformó en un factor de poder al interior de los demócratas, y que en la Cámara de Representantes subió de 4 a más de 20 simpatizantes.

Que es posible actuar lo demostró el hecho que hubo consecuencias electorales en algunas primarias y elecciones del 5 de noviembre, donde los afectados atribuyeron a la movilización judía su derrota. Quizás exagerado, quizás pocos casos, pero los suficientes para demostrar el poder real del que se dispone y de que por, sobre todo, se necesita voluntad para utilizarlo.

Una nueva actitud también requiere dar otro paso, poco intentado hasta el momento, ya que se debe polemizar con aquellos que se dicen judíos y que confunden enormemente, al aparecer apoyando en calles y universidades a quienes piden la desaparición de Israel. Por cierto, no se trata de cuestionar su libertad de opinión, sino simplemente decir la verdad, que no representan a nadie más que a sí mismo, ya que muchas veces, no tienen raíces comunitarias, sean religiosos o laicos. Esto es de vital importancia, ya que estas personas son exhibidas como trofeo por antisemitas que aseguran que esa presencia demostraría que no lo son.

Por último, un aspecto no menor es la reforma de las instituciones, en el sentido de desburocratizarse, simplificando el acceso para quienes deseen colaborar y para que no se repitan situaciones de falta de apoyo e interés para quienes han buscado respaldo para tareas imprescindibles, como por ejemplo preparar de la mejor forma posible a la juventud, para abordar lo que ocurre en universidades.

En otras palabras, la comunidad debe revisarse a sí misma, a nivel local y a nivel nacional, revisar su funcionamiento, ya que lo que sirvió para otras etapas, quizás es insuficiente para la actual y como el tema es afuera de la comunidad, debieran existir los recursos necesarios para apoyar a quienes quieren tener un rol activo, ya sea en medios de comunicación o en la politica, como también identificar dirigentes comunitarios con vocación para actuar, tanto adentro de los marcos institucionales como afuera de ellos, en representación de la comunidad.

Como algo sabido, ese interés debe verse complementado por la decisión que siempre exista un costo político cuando desde la politica se toman decisiones que perjudican el derecho a la existencia de Israel, tanto al más alto nivel federal como a nivel local, lo que supone también respaldar y estimular a quienes quieran participar como judíos a nivel local como también en Juntas de Educación, donde hubo acuerdos que mostraban mucha ignorancia sobre el medio oriente. En otras palabras, que no quede ninguna institucionalidad, grande o pequeña, sin la necesaria presencia de quienes representen posiciones importantes para la comunidad.

Por último, una advertencia, toda vez que en muchas de estas tareas no se puede esperar mayor apoyo o ayuda de Israel, al ser algunos de los temas precisamente aquellos donde no lo hace bien y fracasa.

En definitiva, todo sirve de recordatorio que lo único que controla realmente la comunidad es a sí misma, y en lo personal, me resisto a pensar, que tarde o temprano no se vaya a reaccionar ante el nivel de la amenaza a Israel y a los judíos a través del mundo. Y si Israel ha ido avanzando paso a paso en la victoria militar, no así en la politica, contra sus múltiples adversarios, ojalá la comunidad judía de EE. UU. avance de la mejor forma posible en la lucha que tiene por delante.

Es tal la importancia de la comunidad estadounidense, que avanzar y ojalá superar a quienes la amenazan, es también un buen apoyo a Israel que sigue demostrando ser la sociedad de mayoría judía más fuerte y próspera que haya existido en la historia.

Sin duda, la comunidad judía ha aprendido algo que el 6 de octubre del 2023 era impensado, que a la Casa Blanca podría llegar en un futuro no muy lejano, no solo un antisemita, sino también alguien que estuviera orgulloso de serlo. Quizás estoy influenciado por el hecho de ser chileno, pero hoy día Gabriel Boric es el primer presidente que hace gala de su judeofobia en la historia de Chile, como también estoy convencido que la mejor forma de disuasión, de alejar esa posibilidad en EE. UU., es que desde ya se trabaje en contra de que se materialice.

Como conclusión, quizás todo lo que pido se ha hecho, pero si es así, no se nota lo suficiente, lo que también debe ser objeto de sana preocupación. El hecho medular que se mantiene es la existencia de una amenaza, por lo que la reacción debe ser al menos igual, y ojalá superior para generar disuasión.

@israelzipper

Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)


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