De Biden a Trump: Una transición con 10 características novedosas.

Ricardo Israel

Por: Ricardo Israel - 23/12/2024


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El sistema político y las instituciones son las mismas, sin embargo, somos testigos de cambios que van a modificar la politica interna de EE. UU. al igual que podrían tener una llamativa influencia en el mundo, aunque no estemos seguros de su profundidad o el tiempo que logren perdurar.

Sin embargo, hay novedades en la relación entre el ocupante de la Casa Blanca que se va y el que llega, donde es visible una transferencia de poder real, no solo comunicacional, dentro y fuera de EE. UU., ya que emisarios están acudiendo directamente al presidente electo, pero que todavía no ha asumido. En el pasado, era habitual esperar los primeros 100 días para presenciar sorpresas y novedades, pero ahora estas han llegado antes, y no solo por Siria, sino que perfectamente podría estar construyéndose una alianza para que apenas se dé la oportunidad, Irán reciba un ultimátum, presentado por una nueva alianza de Trump con Israel y los países árabes sunitas, encabezados por Arabia Saudita, en sí, una posible actualización de lo que se hiciera en la década del 90 al acabar con los programas atómicos de varios países que fueron parte de la URSS, como Ucrania, pero también los proyectos menos avanzados de Sudáfrica y Argentina.

Desde hace décadas he seguido las elecciones norteamericanas en detalle, tanto para su análisis comunicacional como también para docencia universitaria. Desde que fuera investigador visitante en la Universidad de Pittsburgh en 1978-79, donde ya se vislumbraba que Ronald Reagan derrotaría en noviembre de 1980 a Jimmy Carter para originar un nuevo ciclo político en EE. UU. y también en el mundo, por su impacto en la desaparición de la ex URSS.

¿Somo testigos de algo similar? ¿Es más? ¿Menos? No lo sabemos todavía, pero sí que ya estamos presenciando cambios que permiten hablar de una transición en marcha, donde he seleccionado 10 características que no había visto, al menos no en la misma forma, y donde algo negativo lo representa la cantidad de zancadillas que se han instalado para dificultar al gobierno entrante, lo que llamo la latinoamericanización de la politica estadounidense, parte de una guerra cultural que llegó y que no se ha ido. ¿En efecto, hay algún precedente en EE. UU. que un gobierno tomara decisiones solo para dificultar la politica exterior de su sucesor, como ha pasado en Ucrania y el medio oriente? ¿Lo hubo para su sistema electoral hace pocos años?

A continuación, las novedades. Las mencionaré sin entrar en su detalle, ya que la extensión de una columna no lo permite, El orden no es indicativo de nada, es solo la secuencia que fueron manifestándose en mi cabeza, quizás tan solo la consecuencia de observación, comentario y docencia, ante públicos amplios como también ante audiencias especializadas de analistas profesionales.

Lo que está pasando también muestra y demuestra que los plazos postelectorales que establece la Constitución tenían mucho sentido en una sociedad agrícola como era el EE. UU. del siglo XVIII, pero no se justifican en el mundo de hoy, ya que el protagonismo de Trump todavía no juramentado convence que el plazo que media entre elección y juramento, no solo es excesivamente largo, sino que también permite zancadillas y juegos políticos innecesarios que ayudan a la polarización y perjudican el estatus de EE. UU. como potencia.

Al respecto, miremos las novedades.

1) La primera característica es que Trump está tomando decisiones que lo han convertido en presidente de hecho y Mar-a-Lago en el lugar donde esta transición está teniendo lugar, y a donde viajan dignatarios de otros países y también billonarios, en el pasado críticos, a jornadas que recuerdan mucho al beso de los anillos de los cardenales. Este plazo excesivo tuvo sentido en épocas donde predominaba la cooperación, donde había más consensos que desacuerdos, pero perjudica mucho en épocas como las actuales, ya que contribuyen a la polarización y estimulan zancadillas entre el que se va y aquel que llega.

2) Coincide, además, con una segunda característica, donde el todavía presidente Biden ha tenido una presencia disminuida con muchas ausencias significativas, quizás consecuencia de sus conocidas limitaciones físicas y de salud. ¿Se habrán tomado decisiones por personas que actuaban con instrucciones delegadas del propio presidente Biden, pero que no contaban con la trayectoria adecuada?

3) En tercer lugar, para entender adecuadamente lo que está pasando, Donald Trump debe ser analizado como el segundo mandato de un presidente reelecto, más que como un nuevo presidente. En ese sentido, su administración 47 que se juramenta el 20 de enero 2025, debe ser vista como aquella que va a definir no solo su legado, sino su lugar en la historia. Es así como sin duda su gobierno se muestra mucho mejor organizado, aun antes de asumir formalmente, que el anterior, donde la administración 45 pecó de improvisaciones, que hoy no se manifiestan o han sido corregidas.

4) Es así como entre 2016 y 2020 hubo miles de cargos en el gobierno federal que simplemente no fueron llenados o no lograron culminar el proceso de nombramiento. Ahora, es evidente que esas falencias fueron corregidas y que se llega a Washington con una visión mucho más certera y mejor organizada de lo que se desea y espera conseguir. Es tan cierto lo anterior, que más que en ningún otro proceso de designaciones, el principal criterio, a veces el único parece ser la lealtad al presidente y al proyecto MAGA, hecho que no debiera sorprender, ya que todos los gobiernos tratan de llevar a sus partidarios y recompensan la lealtad, pero no siempre se consigue, ya que demócratas y republicanos son más bien movimientos que partidos, en el sentido que se les da en otros países. Por ello, que es tan llamativo lo que presenciamos, donde al presidente electo no le ha importado correr riesgos, y ha hecho, hasta donde le ha sido posible, el esfuerzo de mantener sus propuestas, muchas veces personas que provienen de otros ambientes o trayectorias, pero que le garantizan que no se alejaran del objetivo principal. Al respecto, no hay duda de que eso fue el resultado del comportamiento de quienes escribieron libros muy críticos no solo de las políticas de su gobierno anterior, sino de la persona de Donald Trump, como es el caso de aquellos generales que fueron jefe de Gabinete o del exconsejero de Seguridad Nacional John Bolton.

5) Sin duda alguna, lo anterior es la razón por la que algunos de los postulantes más resistidos por la oposición y por medios tradicionales, tienen que ver con lo que temen podría ser un ajuste de cuentas, por las acusaciones y procesos judiciales contra Trump, que en cantidad superaron a los que llevaron a tribunales y a la cárcel a Al Capone, un tema de judicialización de la politica, que quizás no debió haber ocurrido a ese nivel. Es por ello, que algunos de los nombramientos más importantes para Trump tienen que ver con esta área y la duda es si habrá o no un ajuste de cuentas, y es la razón por la que se temen nombramientos en el FBI, el Departamento de Justicia, la Dirección de Inteligencia y otros similares. ¿Habrá revancha? ¿O existirá una necesidad de esclarecimiento de algo que no debió haber pasado para evitar que se repita? Quizás la excepción podría ser lo que se presencie en el Pentágono, donde existe un rechazo a la influencia de lo que se percibe, con o sin razón como wokismo, más que otra cosa.

6) Coincide esta transición con una situación donde los partidos políticos han perdido protagonismo como negociadores y correos de transmisión de las inquietudes ciudadanas. Especialmente llamativo es el caso del Partido Demócrata, quien todavía no se recupera de la magnitud de su derrota, siendo derrotado en la votación general como también en los llamados estado “bisagras”, donde se decide habitualmente el resultado de la elección. Es así como perdieron la Casa Blanca, el poder legislativo con las Cámaras de Representantes y de Senadores, al igual que tuvieron un mal resultado en gobernadores, gobiernos municipales o la multitud de otros cargos que se eligen junto al presidente, y que incluyen a los Sheriffs o algunos fiscales, además de resultados de plebiscitos que muestran un país que ha girado hacia posiciones más conservadoras, por no nombrar el fuerte golpe representado por la pérdida de votos latinos, obreros y afroamericanos. El resultado es a todo nivel un partido confundido y que discute y se pregunta en que falló como también se cuestiona la influencia woke, en definitiva, una organización que además se pregunta si será el fin del dominio sobre la maquina partidaria de la alianza de las facciones representadas por los expresidentes Clinton y Obama más el senador Sanders. ¿Volverá el partido a ser expresión de posiciones más bien socialdemócratas centristas? No lo sabemos, sí que es indudable que será un debate difícil, lleno de descalificaciones, uno del que los republicanos parecen venir de vuelta. La raya para la suma es que durante algún tiempo difícilmente será una oposición fuerte, a no ser que las propias fuerzas que apoyaron al presidente electo Trump les permitan una rápida recuperación.

7) Es lo que podría ocurrir si el partido Republicano no logra disciplinarse internamente, ya que, aunque están gozando de un predominio político que no habían tenido en muchas décadas, algunos de los peores problemas para Trump podrían venir desde sus propias filas, como ya ha ocurrido en el pasado. De hecho, Trump se impuso en las primerias del 2016 a muchos rivales, algunos de los cuales hoy son sus partidarios. Ello fue continuado por un fuerte debate y división interna, como lo demuestra el caso del estado de Georgia, donde la división entre trumpistas y no trumpistas terminó en la pérdida de ambos senadores lo que permitió que los demócratas les arrebataran la mayoría en el Senado el 2019. Con posterioridad, las discrepancias se trasladaron a las primarias partidarias, casi todas ganadas por Trump. Hoy, los republicanos poseen uno de sus mejores desempeños en décadas, pero sin total unidad, y Trump todavía no logra el control sin sobresaltos, como lo demuestra que su candidato para el liderazgo de los senadores haya sido derrotado como también el reciente conflicto interno sobre el apoyo a un acuerdo presupuestario con los demócratas, sin el visto bueno de Trump. En otras palabras, todavía los republicanos no demuestran la unidad que tuvieron los demócratas en el poder, y de no solucionar esos problemas internos, la tarea de un presidente que no puede ir a la reelección puede complicarse, hoy, más que la oposición demócrata, precisamente por ser mayoría en ambas Cámaras, pero por diferencias muy estrechas entre los diputados.

8) Los derrotados de este último proceso eleccionario también incluyen a los medios de comunicación tradicionales, lo que en EE. UU. se conoce como “legacy media”, que en general fueron ardientes opositores a Trump, quien los sobrepasó llegando a grandes audiencias gracias a medios no tradicionales en internet, influencers, podcasts, siendo relevantes, plataformas como X o Tik-Tok, es decir, los medios vinculados a la etapa previa a la sociedad de la información, demostraron estar en crisis de audiencia y credibilidad. Es un cambio profundo, expresado en la crisis de medios tan conocidos como CNN y MSNBC, hoy en venta, y en prensa como el Washington Post, quien ha podido sobrevivir los últimos años solo gracias a la inyección de dinero que hace Jeff Bezos, el propietario de Amazon. En otras palabras, el apoyo de sectores que eran decisivos en elecciones anteriores como aportes en dinero y medios de comunicación tan tradicionales como diario y televisión, en la última elección demostró ser poco relevante. Especialmente llamativo fue el caso de los billonarios, donde el apoyo a Kamala Harris, al igual que en los medios de comunicación demostró que no le sirvió, a pesar de claramente superar en esos aportes a Trump, a pesar de Musk. Sin duda, existe un impacto en la forma como se conduce la politica en el país, y el acomodo recién está empezando.

9) En la parte positiva, destacable ha sido el hecho que después de ocho años de total polarización y diferenciación, donde la elección de una alternativa significaba el distanciamiento de toda posibilidad de consenso, un elemento llamativo ha resultado ser que para los efectos de una posición sobre Siria y la caída de la dictadura de Bashir Al-Asad, todo indica que por rara vez, ahora si hubo diálogo entre los equipos de la Casa Blanca y el de relaciones exteriores de Trump, y aparentemente también con Rusia, lo que ayuda a explicar el desenlace con el dictador viviendo en Moscú.

10) Y así como le prestamos atención a los debates internos de demócratas y republicanos, también habría que prestárselo al club de los billonarios, donde el apoyo de Elon Musk a Trump, contrario a lo que se piensa, ha sido más bien una excepción que la regla, toda vez que la mayoría de ellos, sobre todo, en las nuevas tecnologías e internet ha estado apoyando a los demócratas. Es por ello, que llama la atención el viaje de mucho de ellos como Zuckerberg y su visita a Trump en su residencia de Florida, diciendo que no se va a repetir la censura a su persona de años anteriores, representando un fuerte cambio en relación a lo visto, que vale la pena preguntarse si hay alguna negociación de gran impacto en camino, toda vez que todo parecía indicar antes de la elección que se iba a una colisión, ya que la actitud de estas empresas las hacia arriesgar una aplicación de la ley antimonopolios en su contra, tal como EE. UU. lo hiciera en el pasado con el petróleo y los monopolios telefónicos, lo que abrió el camino para los teléfonos inteligentes. Al haber tanto predominio de EE. UU. en este campo, esa participación es imprescindibles para vencer a China en la lucha por la supremacía en el siglo XXI. Si se está conversando, probablemente podría ser en términos de la aplicación de la ley antimonopolios, una posible relación con el proyecto Musk- Ramaswamy de modernización del mercado como también la invitación a áreas donde hay mucho dinero, pero grandes tecnológicas no tienen una fuerte presencia como pueden ser defensa o educación.

En otras palabras, quizás esta sea la manifestación de que el mundo puede seguir siendo inestable, con cambios bruscos como lo que acaba de ocurrir en Siria, pero que EE. UU. busca recuperar la disuasión perdida, empezando por donde debe empezar, mirándose al espejo, pidiendo terminar con el cuestionamiento de parte de su elite a su propio país, recuperando la voluntad de seguir siendo la principal superpotencia en el siglo XXI, lo que también incluye oportunas dudas acerca de que no necesariamente todo cambio es para mejor, como podría ser si Siria se transforma en el caos que siguió a la muerte del coronel Gadafi en Libia.

La novedad que trae consigo la actual transición, es que, a diferencia de otras en el pasado, reciente o distante, ya está encaminada una negociación entre Ucrania y Rusia para un cese del fuego, con grandes posibilidades de que pueda prolongarse en el tiempo, como ocurriera en 1953 hasta hoy con las dos Coreas, y donde quienes no participen van a mostrarse como poco relevantes en el futuro, lo que se aplica no solo a América Latina o África, sino también a Europa, incluyendo franceses y alemanes, hoy en crisis. Sin embargo, es posible que EE. UU. se encuentre con la sorpresa que, salvo Crimea, a Rusia no le interesa tanto una ganancia territorial como que Ucrania no ingrese a la OTAN y que se rediscuta lo que según ellos está pendiente desde el fin de la URSS, un acuerdo con Rusia como sucesora, ya que también fue el fin de un imperio, donde la Unión Soviética continuó con la expansión territorial del zarismo, solo que, en condiciones de guerra fría, y bajo el comunismo.

Donde también se avecinan novedades pronto es en el medio oriente, ya que Irán ha perdido poder, y donde muchos de los cambios se posibilitan por los triunfos militares de Israel contra el propio Irán y también en Gaza y el Líbano, y donde a partir del 20 de enero, EE. UU. podría estar volviendo a su politica histórica de basar su presencia regional en la convergencia y no la diferencia con dos de sus principales aliados, Arabia Saudita e Israel.

De la reciente campaña presidencial se puede decir, que no surgió de ella ningún mandato claro ni ninguna propuesta compartida de politica exterior. En cambio, si la hubo en lo interno, con la duda de si habrá una lucha de órdenes ejecutivas entre el presidente entrante y el saliente, tal como ocurriera el 2016 y el 2020.

Aunque no se priva de cobrar deudas pendientes como la humillación al canadiense Trudeau, Trump está demostrando un manejo político superior al que existió el 2016, pero ¿significa ello que olvidará sus críticas a la alianza de hecho entre las grandes empresas tecnológicas y el FBI para silenciar voces alarmistas predominando las conservadoras , a que el Departamento de Justicia nombre a un fiscal especial para investigar a la familia Biden o se continue con la investigación detenida sobre quién y cómo se organizó la llamada “trama rusa”?

No creo que Trump lo vaya a olvidar ni permitir que se olvide, ya que es algo personal. No lo creo como tampoco considero que el Arte de la Negociación (libro The Art of the Deal) sea por si suficiente para los desafíos que EE. UU. tiene en politica internacional, ya que, sobre todo, para entenderlos bien, EE. UU debiera partir por introducirle geopolítica e historia. Y mucha.

Y sea en lo interno o en lo internacional, adecuados siguen siendo los consejos que proporciona Shakespeare en sus tragedias. Primero, Fray Lorenzo quien en Romeo y Julieta le recomienda al joven enamorado “Ve con sabiduría y calma (ya que) aquellos que se apresuran, tropiezan y caen”, mientras que, en Hamlet, el consejero real Polonio instruye a su propio hijo Laertes diciéndole algo que mantiene vigencia: “Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz”

@israelzipper

-Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex, Inglaterra), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)


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