Por: Pedro Corzo - 24/09/2024
Columnista invitado.Todo indica que muchas instituciones funcionan más en base al criterio de sus funcionarios, que de los valores sobre los cuales afirman sostenerse. Es el caso de la Unión Europea, una entidad institucionalmente comprometida con la democracia y el disfrute de los derechos ciudadanos, que incurre en contradicciones incomprensibles.
La Asamblea de la Resistencia Cubana, organización vinculada con el derrocamiento de la dictadura de la mayor de las Antillas –que además muestra una gran preocupación por los peligros que corre la democracia en el hemisferio–, viene denunciando, prácticamente desde su constitución, la indulgencia de la Unión Europea con el régimen totalitario cubano. Acusaciones que a pesar de su constancia no han tenido éxitos, porque uno de los funcionarios más importantes de esa entidad, Joseph Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, siente, al parecer, simpatía por el castrismo y sus herederos.
Lo que me conduce una vez más a estar de acuerdo con los escritores Jose Antonio Albertini y Alexis Ortiz, quienes afirman que muchas personalidades nacidas o formada bajo la gestión de la Revolución Cubana y de Fidel Castro no han podido deslastrarse de esos influjos. Y si tenemos presente que Borrell se formó y fue un alto funcionario de las administraciones de uno de los aliados más firmes de Fidel, el otrora jefe del gobierno español Felipe González, hoy muy justamente situado frente a la autocracia de Nicolas Maduro. Sin embargo, González, nunca ha admitido que lo que padece Venezuela en la actualidad, es una maligna metástasis gestada por su antiguo aliado Fidel Castro.
Integrantes de la sociedad civil, al interior de la Isla, se han dirigido a Borrell solicitando que se elimine el subsidio del bloque al régimen de La Habana, junto a la ya mencionada Asamblea de la Resistencia Cubana que ha demandado que se cumpla una resolución aprobada por amplia mayoría de eurodiputados, que exige el fin del respaldo a la tiranía cubana.
La solicitud afirma que se “han incrementado los abusos y violaciones de los derechos humanos perpetrados sistemáticamente por el régimen cubano contra manifestantes, disidentes políticos, líderes religiosos, activistas de derechos humanos y artistas independientes, entre otras personas”, mientras demanda “la activación de la cláusula de derechos humanos del Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación con Cuba.”
Mientras Borrell y otros funcionarios ríen las muecas del totalitarismo cubano, el número de prisioneros políticos ha crecido considerablemente y sus condiciones de vida se han deteriorado gravemente, lo que sucede, también, con el resto de la ciudadanía
El llamado recalca que el “número de presos políticos se ha multiplicado por más de ocho desde 2018, lo que convierte a Cuba en la mayor prisión de activistas políticos y disidentes de América Latina”, posición vergonzosa que ocupa desde 1959.
Por otra parte, debo escribir con extrema satisfacción que este mismo Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Borrell, dijo que el Gobierno de Nicolás Maduro “es un régimen dictatorial y autoritario”, una declaración en la que debería englobar a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Bolivia, cuatro gobiernos que le niegan a sus ciudadanos el disfrute de los más elementales de derechos.
Los fracasos del totalitarismo cubano se repiten en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, países que están viviendo condiciones precarias en todos los órdenes. Sus líderes, solo pretenden perpetuarse en el poder y en base a ese objetivo, sacrifican el bienestar integral de sus pueblos
El castrochavismo ha resultado ser un tremendo fiasco en todos y cada uno de los países que se impone y es una amenaza cierta para otras naciones entre las que destacan Colombia y México, donde gobiernan partidarios históricos de los enunciados de Fidel Castro y Hugo Chávez.
América Latina nunca ha dejado de ser un volcán al borde de la erupción, pero en estos momentos el peligro es mucho mayor que en cualquier tiempo pasado. Los enemigos de la democracia son muchos, tienen más recursos y experiencias y no hay que ser un profeta para sentirlo.
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