Una vacuna contra la “volvedera”
Creo que la palabra “volvedera” la acuñó el novelista Alfredo Bryce Echenique. Le preguntaron por qué regresaba a Perú después de tantos años en Europa. Se quedó meditando un instante y respondió: “no sé, me dio la volvedera”. A Néstor Díaz de Villegas, autor del libro “De donde son los gusanos” le dio la “volvedera”, acaso víctima de esa maniobra oscura del cerebro que emborrona nuestros recuerdos negativos y nos hace creer que con los cambios ocurridos (todas las sociedades algo se modifican) y pudiera ser que la Isla albergara esperanzas. El autor confirmó, desde el aeropuerto, que Cuba era prácticamente inhabitable. El grueso del perfil urbano es desolación, destrucción, hedor y pobreza. Los funcionarios son indolentes. La policía política continuaba apaleando a las gentes. No hay casi nada que indique que se intenta rectificar. El régimen continúa anclado en la vulgata leninista de un partido único y unas ideas únicas que inexorablemente han conducido el país al desastre. Eso me convenció que ese país nada tiene que ver conmigo o con mi familia. Prefiero recordar la Cuba que dejé, a vivir en el infierno en que se ha convertido mi país. Es triste, pero es así.