EL PORTERO Y LA PUERTA
Hay dos clases de porteros, los que son conscientes de su humilde y digno trabajo y los que se sienten dueños de la puerta. Los primeros se preocupan, de que la puerta esté en buen estado facilitando el acceso a los demás y están los otros que encuentran en ella una oportunidad para medrar. Como el portero malo, recibió una puerta y se cree dueño de ella, creando graves dificultades para el país, un portero que le cierra la puerta a la democracia y a la institucionalidad, que deja pasar solamente lo que le asegura seguir en el cargo ilegal e ilegítimamente atropellando la dignidad del pueblo, el soberano, que no quiere que siga gobernando. Es un funcionario público que atropella la dignidad de su empleador, rompiéndole la puerta en la cara. Es tiempo de que el soberano ponga en su lugar de una vez por todas al portero desleal que huele mal.